Niños, perros y seguridad infantil
¡En perfecta convivencia!
Los niños deben aprender a convivir con los animales, durante su infancia y a lo largo de su vida como adultos, los animales y muy especialmente los perros y los gatos van a estar presentes, por ello aprender a respetarlos es un gran valor que generaremos con educación de la misma forma que fomentamos la tolerancia: respeto SI, miedo NO.
Las estadísticas nos dicen que la mayoría de accidentes infantiles producidos por animales son con perros, por ello nos centramos en este artículo en la relación de los perros y los niños y para ello contamos con un invitado de lujo, os presentamos a Juan Luis de Castellví, muchos lo conoceréis como experto en seguridad y emergencias con el blog Emergencias112, pero debéis saber también que es un apasionado del mundo animal y de todo lo relacionado con su comportamiento, y así nos ofrece información en su blog Etología Canina que os animamos a visitar.
La mayoría de ataques de perros, se producen a niños de menos de 9 años. Niños como género, es decir, no a las niñas. Esto se debe a un exceso de confianza de los padres y de los dueños de los animales. Y a la actitud típica de los niños en esa edad, que es la etapa en la que empiezan a reafirmar su personalidad y se vuelven más “respondones” con sus padres, la etapa donde empiezan a mostrarse más independientes.
A estos factores de riesgo debemos sumar la natural curiosidad de los niños y su innata tendencia a explorar el mundo que les rodea, además de la escasa o nula percepción del riesgo o la necesidad de quedar como un “valiente” delante de otros, que hace que los niños se acerquen a los perros sin tomar ninguna precaución. En el caso de los perros, el riesgo lo encontramos en la mala socialización.
Los pequeños se acercan de frente y, por tamaño a esa edad, la cara del niño queda a la altura de la cabeza del perro de raza grande. Suelen intentar acariciar al perro poniendo la mano sobre su cabeza, de frente de nuevo, invaden su terreno y en ocasiones lo fuerzan a juegos que el perro no conoce y no ha pedido. Como consecuencia, especialmente si se ve arrinconado, el perro puede atacar.
En general, antes del ataque hay señales de aviso que si son ignoradas tendrán como consecuencia el mordisco:
Teniendo en cuenta que un gran número de ataques se produce en casa de familiares o amigos con perros, y no solo en animales que nos cruzamos en la calle, para evitar el ataque hay dos vertientes a tener en cuenta:
Deben acostumbrarse SIEMPRE a preguntar al dueño ANTES de intentar tocar a un perro en cualquier situación. No sirve que pregunten mientras ya lo están tocando o siguen acercándose al animal. Es conveniente que se detengan y le pregunten al dueño ANTES de tomar ninguna iniciativa.
En caso de que la respuesta sea afirmativa, un dueño responsable se situará junto al perro, pudiendo ordenarle que se siente o se tumbe primero. Una vez hecho esto, hay que enseñar al niño a acercarse de lado, sin mirar directamente al perro a los ojos y tenderle la mano a la altura del hocico para que pueda olerle. Tras haberle olfateado y si no da muestras de agresividad, podrá tocarlo POR DEBAJO de la cabeza, por los lados, y posteriormente podrá ir subiendo y acariciarlo por encima.
Debemos observar al perro en ese momento, podremos ver claramente si está a gusto con la situación o no. Hay perros que no dejarán de mover la cola y querrán lamer al niño o subirse sobre él. Otros simplemente se dejarán tocar porque están acostumbrados a que los paren por la calle. Y otros, aunque el dueño haya dicho que sí, podrían mostrarse inquietos, en este caso si nos da esa impresión, retiraremos al niño y seguiremos nuestro camino.
Por supuesto, no deben gritarle, pegarle, tirarle de las orejas o del rabo, pisarle, ni ponerse a correr delante o alrededor del perro. Y NUNCA debemos dejar solos a los niños con un perro que no es bien conocido por la familia y está correctamente socializado con ellos. Si alguna vez ha habido algún comportamiento agresivo, NO se les dejará solos ni aunque sea el perro de la familia.
Desde que llegan a casa deben ser sometidos a un adiestramiento básico de obediencia. Hay que socializarlos y presentarles desde cachorros todas las eventualidades posibles.
Explicar SIEMPRE a los niños que quieran tocar al perro como deben aproximarse, poniéndonos al nivel de perro y sin soltar la correa (que no debe estar tensa), pondremos un brazo delante del pecho de nuestro animal para poder sujetarle en caso de que se quiera desplazar hacia el niño bruscamente. Por supuesto, en caso de tener un perro que pueda ser tocado por extraños dócilmente, en caso contrario, debemos plantearnos el uso del bozal, ya que aunque la culpa de que un niño se acerque sin permiso no sea nuestra, las consecuencias serían demasiado graves como para que esto sea lo más importante.
No conviene olvidar que los perros tienen instintos y en ocasiones correr delante de ellos o ir rápido en bicicleta puede “activar” esas ganas de “cazar a la presa”, que resultara ser el niño: por este motivo los niños deben saber cómo comportarse ante un animal, y también por lo que los dueños responsables llevan a sus perros sujetos con correa por muy bien educados que estén.
Con todas estas premisas minimizamos el riesgo de una reacción adversa cuando vea niños siendo un perro adulto.
En el caso de que visitemos un hogar donde conviva un perro, debemos aleccionar a nuestros niños del modo correcto de comportarse, preguntando previamente al dueño si el perro está habituado a tratar con niños, en caso contrario siempre les podemos pedir que niños y perros se conozcan fuera de casa, incluso dar un paseo y luego entrar todos juntos. En definitiva podemos aprovechar las oportunidades para educar a niños y a animales consiguiendo el objetivo propuesto de seguridad, respeto y tolerancia.
Una situación común que puede provocar incertidumbre en los futuros padres y que debemos iniciar asociándolo con algo positivo para el perro, que ya notará cambios hormonales durante el embarazo.
Cuando llevemos el bebé a casa, el perro tendrá curiosidad por el nuevo miembro de la familia, el primer paso será acercarnos con cuidado observando su comportamiento y le dejaremos olerlo. Normalmente también querrá lamerlo, ya que es otro modo de obtener información sobre el objeto de su investigación, se le puede dejar hacerlo también. Una buena idea es utilizar el lenguaje “de premio” mientras acercamos al bebé y el perro se comporta bien, tipo “buen chico” y darle alguna de las golosinas de perro que utilizamos normalmente para que asocie que el bebé es algo bueno, y que cuando el recién llegado está alrededor al perro le pasan cosas positivas.
Al principio es mejor no dejarlos solos pero tampoco hacerles un aparte, en general los perros aceptan bien a los bebés, aunque a veces se dan casos de celos. No hay que separar al perro, es mejor hacer las cosas juntos, que esté con nosotros en los momentos que pasamos en con bebé que los saquemos de paseo junto al niño, etc.
Todos estos consejos tienen además de los objetivos marcados de convivencia sin riesgos para los niños y de respeto para los animales siempre que todos pongamos de nuestra parte, otra reflexión que no podemos pasar por alto es:
Todo lo contrario, es una de las cosas más beneficiosas que podemos hacer, pero como todo en la vida, tomando unas precauciones y haciéndolo del modo correcto. Los efectos beneficiosos para los niños que se crían con animales están más que probados:
En resumen, que tus hijos serán mejores personas si se crían con un perro en casa, así que si puedes, adopta uno que se adapte a vuestro estilo de vida y disfruta del cambio a mejor que dará la vida de toda la familia.
© Juan Luis de Castellví Twitter @jldecastellvi